“No voy a actuar en el mundo antes de entenderlo”: Una conversación con Alfredo Jaar


Tatiana Gómez 
→MFA Diseño Gráfico 2018
 
Alfredo Jaar es un artista conceptual chileno que usa un lenguaje claro y poético para reaccionar frente a problemas contemporáneos éticos, políticos y violentos de manera responsable y generosa, con el fin de envolver al espectador en una experiencia intelectual y emocional. Sus estudios de arquitectura y cine (pues nunca estudió arte) se reflejan en la manera en que sus narrativas utilizan el espacio, la luz y materiales impresos, entre otros. Esta entrevista se centra en los temas de ambigüedad y claridad del lenguaje y en la responsabilidad del artista en el mundo. Tuvo lugar en español en el taller del artista en Nueva York, en marzo de 2018. La traducción a inglés fue hecha por mí y ambas transcripciones fueron editadas conjuntamente con el artista.

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TG: Tú trabajas mucho con imágenes y lenguaje. Podrías contarme cómo entiendes tú esta relación entre la claridad y la ambigüedad del lenguaje y cómo la aplicas en tu trabajo?

AJ: Tengo muchas obras que son, de hecho puro lenguaje. Tengo varias obras en papel, en neón, en instalaciones que son texto puro. Yo trabajo mucho con el tema del lenguaje y en toda mi obra, yo siempre trato de hacer sentido. Por lo tanto, cuando uso el lenguaje, raramente trabajo con la ambigüedad. Trato de ser muy claro. Eso no significa que algunos textos que utilizo no puedan tener diferentes lecturas, que se puedan leer de ciertas maneras, incluso contradictorias. Y eso lo dejo abierto, pero el sentido primero de la obra es siempre un mensaje bastante claro. Lo que pasa es que no es solamente lenguaje, es también poesía y por lo tanto, si algunos de mis proyectos tienen una ambigüedad es una ambigüedad propia de la poesía, no tanto del lenguaje, porque yo utilizo formas poéticas. Ahora, en cuanto a mi obra del ‘87 que se llama Un logo para América, efectivamente se trata de un proyecto semiótico y mi intensión era revelarme contra la chocante situación con la cual me enfrenté cuando llegué a este país (yo llegué en el ochenta y dos). Para mi gran horror,  me di cuenta que la gente decía “Welcome to America,” “God bless America,” y hablaban de América aquí y América acá, y siempre se estaban refiriendo sólo a Estados Unidos, no a nuestro continente. Eso me pareció chocante. Para mí América es el continente, nosotros somos todos americanos, los chilenos somos americanos, los colombianos somos americanos, y el concepto de América es un concepto muy querido. Tiene todo un romanticismo ser de América, hay una historia riquísima detrás del concepto de América. Me dio mucha rabia que los estadounidenses se apropiaran de la palabra América para referirse a Estados Unidos y no al continente entero. Para mí, esto es una manera de borrarnos del mapa. Entonces, cuando me invitaron del Public Art Fund para hacer un proyecto, ahí salté sobre la oportunidad para decir algo al respecto y creé este proyecto en el ochenta y siete. Tú lo has visto, cierto?



Alfredo Jaar, Un logo para América, 1987, animación, 45 segundos. Imagen cortesía del artista.

TG: Sí claro, pero no sabía que habías sido convocado por el Public Art Fund para hacerlo.

AJ: Sí, Un logo para América es una animación que dura cuarenta y cinco segundos y que se mostró cada seis minutos, entre medio de otros avisos publicitarios, durante un mes. Se calcula que más de un millón de personas lo vieron. Creó mucha polémica, apareció en los periódicos, en la televisión, fue un gran suceso mediático y al mismo tiempo fui atacado por todos lados. Incluso National Public Radio, que es la radio más importante de este país, envió a un periodista al lugar a entrevistar gente y a preguntarles qué opinaban de esta obra. Y se podía escuchar en vivo, en la radio, alguien que decía: ¡Pero esto es ilegal! ¿Cómo le permitieron hacer esto?

Este es un problema de educación y contra eso no podemos hacer nada. Y más allá de ser un problema de educación, es un problema de que, para mí, el lenguaje no es inocente. El lenguaje es el reflejo de una realidad geopolítica. Y por lo tanto, como Estados Unidos domina el continente, era muy obvio que, a través del lenguaje, también dominaran el nombre del continente. Ese dominio político, cultural y social que existe sobre el continente, se refleja en el lenguaje. Y por lo tanto, el lenguaje no va a cambiar hasta que ese dominio del imperio de Estados Unidos sobre el resto del continente, no se acabe. Por lo tanto, es lamentable, pero es una realidad. Es un reflejo de la realidad geopolítica en que vivimos. Entonces, creé esta obra semiótica, sobre lenguaje, para sacarme la rabia de encima y tuvo mucho éxito. De hecho, es mi obra más reproducida en libros de colegio y de arte.

TG: ¿En libros de colegio aquí en Estados Unidos? ¡Llegaste al sistema educativo entonces!

AJ: Sí, para enseñarle a los niños qué es lo que es realmente América. Y después, la obra se quedó dormida por unos años, y en el 2014 el Museo Guggenheim decidió adquirirla. Adquirieron la animación y para celebrar esa adquisición, decidieron reponerla en Times Square. Pero esta vez, Times Square ha cambiado. En el ochenta y siete había un signo electrónico, mientras que en el dos mil catorce había más de ciento veinte. Tú has visto cómo se ve Times Square hoy?

TG: Sí, claro. ¡Es una locura!

AJ: Sí. En una noche de agosto de ese año se presentamos la obra en sesenta de los signos electrónicos simultáneamente en Times Square y lo repetimos por tres días. ¡Eso fue maravilloso! Pero, pasó algo extraordinario. Esta obra que había nacido como un proyecto puramente semiótico (siempre me ha interesado mucho la semiótica, el campo del lenguaje, la semiótica y los signos) pero en el 2014 la lectura de la animación cambió. Cambió porque en ese momento estaba Obama y su administración estaba procesando la expulsión de muchos inmigrantes, casi cuatro millones. Entonces, el significado mismo de lo que era ser americano, estaba en duda. La gente estaba hablando de esto. Los mexicanos y los latinoamericanos en general que estaban aquí de manera ilegal decían: Yo también soy americano.Por lo tanto, cuando aparece esta obra en Times Square, se lee de una manera completamente diferente. Ya nadie habla de la cuestión de lenguaje. No, empiezan a hablar de lo que significa ser americano. Después, la mostramos en México y en Piccadilly Circus, en Londres. Ahí, el Guardian publicó un artículo titulado Anti-American Art. Entones, ya se leía como anti americana cuando, en mi opinión, no hay obra más americana que ésta. En conclusión, puedo decir que he perdido el control sobre esta obra. Este es uno de los casos donde para mí el lenguaje no tiene ninguna ambigüedad, simplemente es un reflejo de poder. Quien tiene el poder maneja el lenguaje y lo adecua a su manera. Y ese es el extraordinario poder del poder. Es decir, quien lo tiene dice: Esta palabra significaba esto, pero a partir de ahora, decido que significa esta otra cosa. No hay nada ambiguo ahí.

TG: Me intriga mucho la respuesta de The Guardian porque llevo pensando mucho tiempo en este tema de América también y siento que viene esta tradición de llamar a Estados Unidos América, viene de los británicos.

AJ: Sí, es una situación bastante generalizada en Europa. Cuando voy a Italia y mis amigos me dicen:Voy a América la próxima semana y yo siempre ando corrigiéndolos: ¿Qué quieres decir, que vienes a Estados Unidos la próxima semana? Ah sí, sí, perdona. Entonces, ya es parte del lenguaje universal y se transmite mundialmente a través de los medios de comunicación, al final no tenemos ningún control.

TG: Quería también preguntarte tu punto de vista acerca de la ambigüedad y claridad en el lenguaje visual.

AJ: Todo depende de la intensión del artista. Yo, como te digo, generalmente no trabajo con la ambigüedad. Por ejemplo, en el noventa y dos hice la obra que se llama 1992 porque en esa época la Comunidad Europea ya estaba empezando a cerrar sus fronteras y a expulsar inmigrantes. Me parecía que Europa corría el riesgo de transformarse en una fortaleza anti-inmigrantes (que es exactamente lo que está ocurriendo actualmente). Entonces creé esa obra, donde se ve, en la parte de abajo, una sección del logo de la Comunidad Europea (que tú sabes es un logo azul con las estrellas alrededor del círculo que representan todos los países de la Comunidad). En la parte de arriba puse esta barrera impresionante de un campo de concentración en Hong Kong donde tenían a refugiados vietnamitas. Pero no hay claras referencias del lugar, así que quise usar esta imagen como una imagen genérica para sugerir de que Europa se estaba transformando en una prisión. La composición de la imagen sugiere que el círculo completo de las estrellas se completa en la simetría de la foto. Para mí aquí no hay ninguna ambigüedad, estoy enviando un claro mensaje de que esto es Europa en 1992. La sacamos porque se ha vuelto tan pertinente esta realidad que vamos a mostrarla de nuevo. La gente va a ver la obra y va a entender que las cosas no han, por lo menos desde el noventa y dos. Entonces, hay artistas que usan la ambigüedad, pero yo soy muy cartesiano, trato de ser claro.


Alfredo Jaar, 1992, 1992. Imagen cortesía del artista.

TG: En ese sentido, tú eres muy generoso con el público que ve tu obra pero también muy responsable. He leído acerca de tu proceso de investigación, cómo entiendes el problema que vas a tratar antes de sacarlo a la luz. Cómo entiendes tu responsabilidad como artista?

AJ: Eso viene de la arquitectura. Yo soy arquitecto, nunca estudié arte. Y para el arquitecto, el contexto lo es todo. Es decir, para un arquitecto es impensable empezar un proyecto en un sitio determinado sin saber, por ejemplo, ¿de dónde sale el sol? ¿Cuáles son los circuitos del viento, cómo es el suelo, quién está al lado, quién está al frente? ¿A dónde lleva esta calle del frente? Son cosas básicas que, créeme, muchas veces los artistas no se preguntan. Hacen obras, las muestran e ignoran el contexto. Para mí esto es impensable. Yo soy un arquitecto que hace arte y utilizo la metodología de la arquitectura donde el contexto lo es todo. Por lo tanto, yo empecé a utilizar este modus operandi, convirtiéndose en mimanifesto: Yo no voy a actuar en el mundo antes de entender el mundo. En mi práctica, es muy importante el proceso de investigación, de entender el lugar antes de actuar. Y solamente actúo cuando llego a un nivel de un conocimiento responsable. Es decir, no voy a actuar antes de tener un conocimiento responsable. Solamente cuando llego a cierto nivel de entendimiento, me atrevo a formular ideas, pensamientos, especulaciones para ese lugar. Ya lo he hecho tanto tiempo que me he entrenado a mí mismo. Por lo tanto, cuando aparezco en un lugar, visito por un par de días y la gente me pregunta ¿y tienes alguna idea? No, no tengo ninguna idea. Antes sí podía tener ideas a los dos segundos. Pero ahora llegué a un punto donde me controlo y no acepto que mi cerebro produzca ninguna idea, porque esas ideas, probable van a ser estúpidas. No van a resistir el paso del tiempo si todavía no he entendido el lugar.

TG: Como diseñadora gráfica mi proceso de investigación es similar al tuyo. Quisiera preguntarte ¿cómo digieres toda la información con la que trabajas? ¿Cómo balanceas las fuertes temáticas con las que tratas? ¿En algún momento se convierte en una tarea abrumadora?

AJ: Bueno yo estoy acostumbrado, siempre lo he hecho así y he creado piel de cocodrilo, no es cierto? Yo creo que somos todos diferentes y somos todos capaces de ir adquiriendo las herramientas psicológicas o mentales para poder hacer ciertas tareas. Por lo tanto, con la experiencia, en tantos lugares diversos del planeta sobre tantos temas diversos y muchas veces muy terribles, he adquirido las herramientas psicológicas para poder hacer este tipo de trabajo.

TG: El Proyecto Ruanda (una serie de proyectos que surgieron como respuesta al genocidio en Ruanda en la década de los noventas) es muy fuerte y entiendo que el proceso de investigación también fue muy largo. Podrías contarme un poco acerca de esta experiencia en particular?

AJ: Bueno es un proyecto larguísimo en el que trabajé por seis años y me tomaría mucho tiempo explicarlo en detalle. Pero para contestar tu pregunta puedo decir que me enfrenté a una situación muy difícil, la más difícil de mi vida, y yo no tenía las respuestas. Nadie tenía las respuestas ante tal tipo de horror. Y por lo tanto, me dediqué a acumular información para tratar de entender, para ser responsable con el material que yo iba archivando. Después decidí plantear el Proyecto Ruanda como una serie de ejercicios. Entendiendo que iba fallar, los ejercicios eran fallidos incluso antes de hacerlos, porque era una situación difícil que yo no dominaba. Nunca había hecho algo así, así que esperaba aprender algo de cada ejercicio y aplicar lo aprendido al siguiente. Así lo hice, y al final terminé desarrollando veinticinco proyectos en seis años. Los ejercicios me liberaron del miedo a fallar, me permitieron aprender y además, sacarme todo lo que tenía acumulado dentro de mí. Aprendí a hacer este tipo de investigaciones y a trabajar en este tipo de proyectos. Al final creo que algunos proyectos salieron mejores que otros, pero lo más importante es lo mucho que aprendí a lo largo de esos seis años. Siempre he dicho que en mi carrera existe el pre-Ruanda y el pos-Ruanda. Y el efecto más inmediato del proyecto Ruanda sobre mi práctica fue que, antes de Ruanda yo utilizaba fotografía de una manera mucho más indiscriminada en que lo hago ahora. Después de Ruanda aprendí a tener mucho más respeto por las imágenes y a utilizar mucho menos imágenes. Creo que eso resume bien lo que Ruanda provocó en mi práctica.

TG: Quería preguntarte también cómo es tu relación con Chile ahora. Sé que saliste de allá en un momento supremamente complejo y, desde entonces, el país ha cambiado mucho.

AJ: Sí, yo me fui de Chile en el ochenta y dos, en plena dictadura. Trabajé fuera y no mostré mi trabajo allá hasta el 2006, cuando volví con una gran retrospectiva. En ese momento se produjo un bellísimo encuentro con las nuevas generaciones y a partir del 2006 tengo una relación mucho mejor con mi país. Ahora también estamos en democracia. Yo tuve muchos problemas con la gente de mi generación en el momento en Chile, así que siempre he sentido que existe una especie de abismo entre nosotros. Pero en cuanto a las nuevas generaciones, las cosas son distintas. Ahora vuelvo a Chile con placer y de hecho tengo pequeñas muestras por ahí y por allá, nada tan grande como mi retrospectiva del 2006. Ahora se puede decir que la gente conoce mi trabajo, tanto la gente del arte como el público en general. En el 2013 me dieron el Premio Nacional de Arte que es un premio anual que se otorga a alguien destacado en las artes. Eso también consolidó un poco mi reputación como artista en Chile. Además hice un memorial para las víctimas de la dictadura que se encuentra en el Museo de la Memoria. Eso también mantiene una cierta presencia de mi trabajo en Santiago porque es una obra permanente en la colección del museo. Así que todas estas cosas han hecho que mi presencia en la vida cultural de Chile sea más fuerte.


Alfredo Jaar, La Geometría de la Conciencia, 2010. Museo de la Memoria en Santiago de Chile. Imagen cortesía del artista.

TG: Tu obra en el Museo de la Memoria es bellísima. Me alegra mucho que el público chileno tenga la posibilidad de apreciar y experimentar tu arte en casa. Tengo una última pregunta. Sé que tu día empieza leyendo varios periódicos y acumulando información de varias fuentes, ¿qué temas están rondando en tu cabeza estos días?

AJ: Pienso que nuestra generación se encuentra ante una realidad política inédita. Encuentro que es agotante, que es deprimente, y encuentro que hasta ahora no se han encontrado los modelos adecuados, en el mundo de la cultura, ni en la política —pero lo que a mi me interesa en la cultura— para responder a la nueva realidad política que se vive en este país y en el mundo. Es un fenómeno mundial. Trump está acompañado por una docena como él que han surgido en Europa, en Asia, en América Latina. Estamos viviendo una especie de nuevo fascismo, que me inquieta muchísimo. Yo soy muy pesimista en cuanto a que, aún no veo que la oposición a estos nuevos vientos fascistas hayan creado modelos adecuados para enfrentarlos, para contrarrestarlos y para derrotarlos. Y en eso estamos.

TG: Por eso hay que seguir haciendo arte.

AJ: Así es.

TG: Muchas gracias Alfredo.





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